
Solía pensar que era un marciano, un marcianito verde. Un ser de otro planeta tan verde, con una gran cabeza, ojos enormes y que hablaba un idioma ininteligible a los humanos (hasta le hice un poema); y me decía que esa era la razón por la que era incapaz de entender a los demás y de hacerlos aceptarme.
Creciendo aprendí a actuar, para poner encajar, actuaciones dignas del Oscar... Y el marcianito de mi infancia quedó en el pasado.
Ayer por la noche celebramos la Navidad y mi cumpleaños, caen el mismo día. Y por primera vez en mi vida me sentí fuera de lugar en mi propia casa, absolutamente sola rodeada de todos.
En mi cabeza sabía que eran fiestas y que debería celebrar, pero en mi alma no encontraba el significado sólo vacío, y perdí mis dones actorales, no pude representar mi papel. Esa realidad me puso tan triste.
El marcianito verde de mi infancia regresó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario